martes, 8 de abril de 2008

Este escrito tuyo fue el inductor a este blogg...

Hoy la mañana transtornó mi realidad. Hoy la mañana me dejó ver cosas en mi y en ti. Recuerdos de tus labios, de tus ojos, de tu piel. Hoy el amor se me desplegó repentinamente, como un despertar incierto. Como una verdad dormida.


Eres el mismo niño que sonreía cuando hablaba, el mismo niño que se divertía en su inocencia. Sigues siendo el mismo, sólo que se te ha olvidado. Eres ahora una persona más consciente de si misma, pero cuida que eso no te vuelque a limitarte, a atarte a la realidad. Continúa soñando pero siempre con los pies en la tierra.


Somos dos niños especiales, volando hacia distintos rumbos, sobre un mismo cielo. Sólo recuerda regresar abajo, donde podremos caminar juntos, recordando el vuelo.


Recuerda que Ícaro pretendía escapar, pero se vio fascinado por el sol, y decidió alcanzarlo. Estaba tan cerca ya. Ícaro escapó del laberinto, sobrevoló el mar. Recuerda Ícaro es la esperanza del hombre que sueña, que tiene el valor de soñar, aunque a veces caiga. El hombre que construye alas de la nada, de la cera, de las aves... El hombre que pretende alcanzar lo inalcanzable. Eso no lo convierte en estupidez, sino en valor, en deseo, en anhelo, en fuerza por alcanzar siempre lo que se anhela, lo más preciado para él.


El sueño, el anhelo, el ideal es como un secreto, no se lleva ensuciando por la realidad, se guarda, la realidad se vive, es necesaria para que el sueño exista. Pero el sueño siempre permanece, en silencio, destellando, siempre deseando compartirlo con alguien... Ahora puedes compartirlo conmigo. Pero recuerda las alas de Ícaro, son frágiles, pueden romperse, por eso no hay que acercarse demasiado al sol. Ésas son las alas de nuestro sueño.

Cuida tu sueño, guárdalo como un pequeño tesoro, como una sonrisa secreta. Siempre debe permanecer, pero debe ser cuidado de la realidad, de la cotidianeidad. Cumple con tu realidad, no la olvides ni la desprecies, es parte de tí también, como tu sueño. De ella se nutren los sueños. Pero hay que trabajar la realidad para extraer, como una delicada tela, el sueño que nos envolverá.


Ai shiteru YO
tu amore Shinji.